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Sobre héroes y tumbas

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Renato Amat y León S.

Periodista, escritor, fracasado...  ¿Qué más puedo decir?  No se si estoy despierto o tengo los ojos abiertos...

 

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Hoy, en el día del periodista, quisiera recordar a dos colegas que se fueren trágicamente, pero también (como casi todos los que caen en acción), heroicamente. Ha pasado más de un año desde que una fuga de gas en un camión cisterna en la Variante de Huchumayo se transformó en tragedia y aun es difícil comprender, aceptar lo que paso.

 

Como fue que algo tan diminuto como una chispa y apenas unos cuantos segundos de calor bastaron para devorar la vida, la juventud y el futuro de dos periodistas que, pese a todo, nunca se arrepintieron de haber escogido un oficio tan ingrato como este.

 

Aquel día lenguas de fuego rabiosas hicieron vibrar el aire incendiando hasta la respiración de quienes estuvieran a merced de las llamas. Ya postrados en un hospital, deformados por las quemaduras y con poquísimas probabilidades de seguir viviendo, ambos repitieron frases muy parecidas sobre lo orgullosos que se sentían por que el accidente hubiese sido trabajando y no en otras circunstancias.

 

Los dos amaban lo que hacían, eso lo tenían muy claro, nunca hubo arrepentimientos.  De curarse, decían ellos, querían regresar a las calles, micrófono y cámara en mano, a seguir siendo periodistas. Pese a todo, a seguir siendo periodistas.

Su voluntad era tan grande… cualquiera hubiera pensado que lo lograrían.

 

Lamentablemente el cuerpo, es a veces, mucho más frágil que el deseo. El cuerpo se quiebra, se trisa con facilidad. Sus corazones dejaron de latir sin haberle hecho justicia a ese par de almas embravecidas que rugían deseosas de permanecer en este mundo.

Con Mitsu nunca cruce más de dos palabras cuando ambos trabajamos en calle, pero la recuerdo calladita, muy flaquita y empeñosa. Se notaba terquedad y dedicación en sus actos. Uno de sus amigos escribió esto en Facebook el día que ella murió:

Carlos me era más cercano.  Fue camarógrafo de set en él en el mismo canal donde yo trabajaba en ese entonces. No ganaba mucho pero estaba en planilla cosa que para alguien que trabaja en televisión, en Arequipa, es todo un lujo. Pese a eso, Carlos, prefirió irse a TV UNSA donde no contaba con ningún beneficio, ni estabilidad laboral pues allí tenía la oportunidad de hacer prensa, oportunidad que en ATV SUR, por desacuerdos con su jefe de área, le había sido negada en más de una ocasión.

 

Su decisión me pareció admirable. Que alguien priorice la pasión a la economía, que prefieran la calle sobre la planilla y los aguinaldos. ¿Pueden creerlo? Yo pensaba que ese tipo de cosas ya no se hacían, pero aun pasan. Los locos y los apasionados siguen allí, dispuestos a darlo todos por amor a un trabajo que históricamente no ha hecho más que hundir en la miseria a sus mejores hombres, un oficio perro – como alguna vez lo llamo García Marques – que le ha respondido solamente con ingratitud a quienes dieron la vida por él.

 

El periodismo está en crisis en este país y – sobretodo - en esta ciudad donde la prensa es subdesarrollada y provinciana porque así también es su público. Porque a la poca gente que ve noticias le interesa más quien será el próximo alcalde de Lima que las cosas terribles que ocurren a solo algunas cuadras de su casa. Y el gran público… mejor ni hablar del gran público que ellos solamente tienen ojos para Tilsa, para la miniserie de moda o la pelea entre realities; para ellos no existe nada más.   

 

Cuanta falta le hace a la prensa de este país más locos apasionados como ese par. Capases de arriesgar su vida por un sueldo irrisorio, solo porque genuinamente  aman lo que hacen. Es cierto, fueron imprudentes en seguir el carro de bomberos dentro del bloqueo cuando les habían advertido que no pasen.

 

Fue una gigantesca insensatez acercarse tanto al cisterna averiado. Pero este oficio muchas veces es así: temerario, arriesgado e insensato y así también, lo es la gente a la que le apasiona lo que hace.

Un héroe no es el que da la vida por su patria, sino el que lucha hasta la muerte por ese algo intangible, muchas veces inexplicable, que lo impulsa a seguir viviendo, en este caso el periodismo. Carlos y Mitsu han muerto como héroes, que a nadie le quepa duda de ello.

 

Afuera, en la calle, aún quedan unos cuantos periodistas, de esos que dan el alma por lo que hacen. De esos que la fatalidad puede transformar en héroes de un momento al otro. Pero ¿Saben qué? Cada vez son menos. Mejor cambia de canal y pon un noticiero antes de que el último de ellos haya sido devorado por la adversidad mientras tu miras como cuatro idiotas se dan volantines en un set.

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