Como no va a causar indignación la muerte de quienes salieron a comer, tomar una bebida o ver un espectáculo y terminaron muertos donde se suponen fueron para pasarla bien, tras una dolorosa agonía o un veloz y certero impacto de algún proyectil.

Como no va a causar conmoción la muerte decenas de civiles en una ciudad de un país que no se encuentra en guerra.

No recuerdo como era Navidad en mis primeros años de vida, asumo que debió ser nada pomposa, ni llena de regalos y con tono de temor, pues era la época de apogeo del terrorismo y la idea de que algún atentado ocurriera ese día seguramente atemorizaba a más de uno.

Estos días el transporte en Arequipa huele mal y no es por el exceso de monóxido de carbono en sus emisiones de las combis viejas o porque tienen las ventanas cerradas y no hay ventilación dentro de ellas, sino porque los viejos rumores de corrupción dentro de la Gerencia de Transporte de la Municipalidad Provincial de Arequipa, se volvieron una realidad nauseabunda sin responsables.

Escribo estas líneas con la esperanza de ser la próxima portada del nuevo semanario “La Pauta”, pero con la ilusión de no ser demandado por miles de soles y años en prisión, por hablar de los “supuestos casos de corrupción” dentro del Gobierno Regional de Arequipa,

Podrías gritar me opongo solo por joder, cuándo el sacerdote pregunta si alguien se opone, podrías ir demasiado guapo y causar dudas en la novia, podrías derramar algún liquido en el novio por venganza o ponerle una zancadilla, podrías beber demasiado y armar una pelea o contarle al novio que fuiste el primer amor de su esposa, podrías subirte a una silla totalmente ebrio y gritar que fueron enamorados que se querían, pero que hoy duele ver como se casa alguien con quién juraste amor eterno.