12 de Abril 2000
Joaquín:
El gris de esta ciudad en invierno es delicioso, deberías venir algún tiempo, te aseguro que te sentirías tan miserable que lo único en que pensarías sería el suicidio y escribir. Sangre y tinta para el deleite del verdugo.
Te lo digo porque es patético, es tan patético como esta ciudad. Malditos gringos, me cagan con sus pláticas 'arcaicas', con su intelectualismo y sus morfemas de la era del César. Odio el frío con personas tan calientes!, detesto las sonrisas de sus rostros, detesto el colorete que usan las gringas para adornar sus mejillas (para nosotros sería índice de pobreza).
No digo que todo sea malo, sería bacán poder comer un tamalito dentro de esta inmensa manzana, o un chifa y chicha morada. Sería lindo sentarme en una de estas muy bien cuidadas banquitas de madera a las siente con treinta de la tarde, porque está por atardecer. Siento nostalgia por las tardes en el depa, siento nostalgia cuando veo que dejé la ropa regada por mi habitación y no están tus gritos para consolarme. Fumo cada vez más, los cigarrillos al fin me alcanzan.
Anoche me asomé a la ventana, la ventana blanca y patética (patético es la palabra del día), tenía mi cajetilla y unos dibujitos que hice antes de subir al avión dentro del aeropuerto, me sentí una super nova, penetrando y rompiendo y moliendo y desapareciendo, quedándome ahí en el aeropuerto, ahí en el contorno de la ventana y el invierno sin tus maravillosos calzoncillos.
Mamá le teme a la sociedad, sé que te dije que soy omnipotente, pero no lo soy. Siento haberte mentido, siento muchas cosas hoy Joaquìn, nunca quise dejar Lima, ni tus gritos y las cenizas dentro de tu barba.
Mamá le teme a la sociedad y no hay jarabe de cereza para curarla, me siento asustada, no al grado de marcar nueve uno uno y gritar por mi vida, pero sí cómo para tomar un cuchillo y cercenar mis lamentos. Quiero ir al concierto de Mar de Copas que nos debemos. Anoche tomé un baño, me puse romántica encendiendo algunas velitas, unos cuantos cigarrillos y mucha espuma en la tina, me desvestí como si estuvieses aquí (rápido no, no era de esos recuerdos), sumergí mi cuerpo y dejé que el agua caliente 'me relajara'.
Mamá le teme a las personas de su baño, odio el 'yes', el 'yesterday', odio a la gente que vì durante el día, gente que se refugiaba en el baño y asomaba un ojo para interrumpir mi desgracia. ¿Es que una ya no tiene privacidad?.
Mamá teme a que no la vuelvas a abrazar, que no vuelvas a sus senos y no te escondas en ellos. Sabes que soy bien cojuda para cosas como estas, para confesiones, para no dejarme marquita sobre la piel apagando un cigarrito. Mamà quiere tenerte de nuevo, ahora justo ahora Joaquín, son las diez con cincuenta y tres de la noche, diez cincuenta y tres, deberías estar leyéndome algo, acariciando mi pierna y besando mi sien. Debería abrazarte; susurrarte estupideces y secretillos al oído.
Mamá/Lucha/yo, tememos a todo sin el frío de tus manos y la timidez de tus palabras.

A lengua rajada
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La taza azul, es poesía relatos, cartas, historias, y cositas que no me atrevo a decir fuera de la ducha o la almohada.
Cristal Alarcon Filinich
