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La belleza es un confín lejano, un umbral agazapado tras cortinas que fingen perfección. Allí, detrás del velo distorsionador, está Charlotte Gaingsbourg. Nacida en Londres de padres artistas, Charlotte llegó a su primer papel a los trece años, empujada por madre. La pequeña niña de ojos curiosos jamás imaginó que encarnaría los personajes polémicos  y cautivadores de Lars von Trier.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La trilogía de la depresión
 

Antichrist (2009), Melancholia (2010) y Nymphomaniac I y II  (2013; 1014), tres filmes realmente impresionantes, cautivadores e impactantes en todo aspecto. La visión de Lars von Trier sobre esta trilogía, los temas que son retratados, la condición de mujer, los trastornos psicológicos de los personajes, el estilo narrativo con que encumbra sus tramas, la dinámica visual y el montaje conceptual, entre mil características más dignas de ser mencionadas, no hallo una mejor que la elección de Gaingsbourg en el elenco. Una suerte de fanatismo y devoción se crearon involuntariamente hacia ella, algo inevitable cada vez que esperaba ver su rostro en pantalla.

 

Y es que todo empezó en el 2010. Tienes que ver Antichrist, me dijeron. Y en esos pasos incoherentes de un adolescente que empezaba a ver películas me topé con una de las representaciones más violentas, jamás hechas, de la mujer. Charlotte pasó a formar parte de una corta lista de actores favoritos, sin embargo pasó de largo, como una casi desconocida. Al fin y al cabo, eso era, aún.

 

Pasaron años hasta que me decidí por fin ver Melancholia, sin saber que ella estaría ahí. La película, es una vía a la muerte, un camino al vértigo. Lentamente nos introduce a la melancolía. Luego de unos minutos iniciada, apareció. Tan bella como siempre, tan inusual. Mi atracción, y esto lo he venido reflexionando, no es causa de su belleza. Luego de ver Melancholia, pude por fin darme cuenta que había conocido a Charlotte Gaingsbourg a través de sus interpretaciones. Vi esta cinta, al menos cuatro veces, repetía constantemente las escenas donde Charlotte utilizaba el instrumento (creado por su hijo) para comprobar si el planeta se acercaba o se alejaba de la tierra. Era una manera de entablar diálogo. Entonces, luego de tantos meses, el siguiente paso fue inevitable.

 

Nymphomaniac es una película que despierta controversia a partir de su nombre. Cuatro horas que relatan la historia de una ninfómana. He de admitir que es un gran film, así como he de admitir que jamás sentí tantos celos viendo una película. Era Charlotte transgrediendo nuevamente, frente a mí, en mi propia casa, en mi propia habitación.

 

Lo más extraño es que, una vez terminada la película, la sentí más cerca. Una atmósfera de intimidad se había establecido entre nosotros. Quizá fueron sus pezones gruesos los que me hacían sentir más confianza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ciencia del sueño
 

Sin embargo no podía detenerme allí. Ya cansado de observar la trilogía, llegó a mis manos La science des rêves (2006) de Gondry. Una película espectacular, técnica y estéticamente notable, donde Charlotte coprotagonizaba junto a Gael García Bernal. Su faceta tierna, llena de sonrisas, más cerca de una infancia latente. Cómo no dejar de lado las clases, el trabajo, los libros por ver, una y otra vez, a Charlotte sobre un caballo de felpa emanando una paz parecida a la muerte, al sueño, a la contemplación.

 

En mi búsqueda por Charlotte Gaingsbpurg accedí a 21 Gramos (2003), I´m not there (2007) y Suspicion (1999), aún me faltan varias para completar su filmografía. Es por eso que ahora, sentado frente a la computadora hago un anuncio a la comunidad. Quien pudiera conseguir La Petite voleuse (1988) o Merci la vie (1990) o The Cement Garden (1992), ponerse en contacto conmigo, estaré eternamente agradecido. Y para todos aquellos a quienes mi discurso provoca algunas risas, es lamentable que no comprendan qué es enamorarse de una actriz, sentir celos de los hombres y mujeres que besa en sus películas, o una tristeza irremediable cuando mueren sus personajes.

 

Como mencioné Charlotte Gaingsburg está detrás del camino canónico de la belleza. Su encanto no pertenece a los quirófanos, ni al maquillaje, ni a las proporciones de su cuerpo. Por el contrario, su intensidad, el arte que emana de su expresión corporal es lo que enamora, enternece, seduce y cautiva. Quizá en algún momento de mi vida, mi futura y ficcional esposa pueda sentir celos de Charlotte. No te preocupes querida, esto es solo un amor outsider.

Amour Outsider

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Terminar de leer un libro, de oír un disco, de ver una película. Terminar; curiosa palabra que da paso a recordar. Recordar nos pone siniestros, sensibles ante el final. Pongámonos siniestros, zurdos, infelices, viciosos ante el arte.

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 Charlotte Gainsbourg

 Anticristo

 Charlotte Gainsbourg

 La ciencia del sueño

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