Me he sentido mal Doc., he sentido que mi piel habla con el tiempo y con la gente, que mi piel no se cuestiona por mi conciencia, mi piel no tiene remordimientos ni dignidad, termina un Oulalà (aprendió francés) y empieza todas sus frases con Moi moi. No trato de opacarla, es tan libre como yo al salir a caminar.
Hay muchas cosas que no comprendo Doc, muchas que trato de comprender y trato de decodificar pero todas mis teorías se derriten cuando las quiero hacer ley, se derriten en mi boca cómo un ácido infernal, me dan escalofríos. Los vellos se erizan, sin requerir de una persona, sin requerir de muchas, la verdad que no sé cómo actuar en esta situación, creo que me vería mejor debajo de mis sábanas pero mi piel sabe que para eso alguien debe verme debajo de ellas, la piel quiere salir y yo nunca se lo impido Doc, nunca!.
La verdad es que somos muy buen complemento, somos muy buenas juntas. No meneamos las caderas, no usamos labial rojo, y no poseemos un gran busto; sin embargo tenemos pantaloncillos cortos, chupamos paletas sabor cereza y sonreímos tiernamente.
Doc; en serio me agrada, o sea puede hablar conmigo, y decirme cualquier cosa, porque yo sé que muchas mujercitas se enojan y les caga qué señores barbudos les den un buen cumplido, creo que eso está mal; una expresión como: 'qué guapa estás' nunca me ofendería, sería terrible, terrible que me indigne porque alguien me ve bonita. Por alguien que fija sus ojos en mí.
El otro día estábamos cenando con los amigos de papá, no era formal sabe?, unas cuantas risitas, platos de fondo y ellos bebían cervezas. Mamá me dio un poco, algo asustada, no era la primera obviamente así qué llené mi vaso, uno de los amigos de papá se llama Julian, él se sentó en frente y de vez en cuando me miraba con alguna mueca graciosa, a veces le sonreía. Cuando papá salió a fumar, nos quedamos algunos de sus amigos, mamá y yo. Julian estaba enfrente.
Le pedí a mamá acercarme unas galletas, de las que están en el repostero. Alcé la pierna, pero no en medida de cruzarla, o quizá sí pero no, alcé la pierna para que se dirigiera a él, siempre usa pantaloncillos cortos, bermudillas de marinero, siempre usa algo por encima de los tobillos, siempre me deja verlo, me deja decirle Chubaca y así tengo una excusa para tocarlo, me quité los zapatos, mis pies estaban fríos; muy fríos, ví el estremecimiento en su rostro, el cosquilleo a través de mi piel, no me pidió que la quitará. Mamá le preguntó si quería té. Negó con la cabeza.
Mi pierna estaba entre las suyas, sólo para acariciarlas.
Escuché la puerta abrirse y cerrarse, no hice caso; escuché también la voz de papá, no hice caso; veía los ojos de Julian, gozando de mis piesecitos, chiquitos y fríos. Yo sabía.
Papá se sentó, llegaba con facilidad a sus rodillas, Doc., a veces reía, se acomodaba y me miraba justo cuando decidía cogerme algún mechón. Duramos media ahora, media hora jugando con piel; estaba por retirarme cuando su mano halló mi pierna, sentía sus dedos rozando los míos, lo sentía temblar. Yo también, un poco.
Me gustaba, me gustaban las manos grandes de Julian, me gustaba que sus manos me tocasen. Una quedaba sobre la mesa, la otra oculta, oculta bajo la madera, bajo la amistad con el viejo, bajo los saludos respetuosos, bajo la tupida barba y los treinta y tantos.
No había terminado mi cerveza, no quería salir, ni pararme y ponerme los zapatos, ya sentía su mano queriendo tocar algo más que mi rodilla, queriendo romper la tela que atendía la piel.
Doc, hubiera usado falda.
De a pocos me acercaba, Julian siempre fue el amigo huevón de papá, vivía solo (cosa que mamá siempre recriminaba a solas), conocíamos una pequeña parte de su vida. Sonreía muy poco, me decìa 'pequeña' y nunca me trataba de tú a tú.
Una vez llegó llorando, llorando en verdad. No sentí mucho (mucho mal). Me dieron ganas de quererlo; era muy triste, quise acurrucarlo, quise abrazarlo y darle un buen abrazo. Enredarlo en mi cuerpo, enredarlo bonito, darle cariño y secar sus lágrimas sabor vodka. Me hice la dormida, enserio me dormí.
Su mano ronroneaba mi piel; de a sorbos mamá me dijo que era hora de volver a la cama, Julian y los demás amigos de papá se irían pronto. Era tarde y al día siguiente tenía cole, demoraría un poco.
Instantáneamente, él recobró pudor, se acomodó el pelo con ambas manos, recogí un mechón rebelde, recogí la lujuria, me despedí de todos agitando la mano.
...Me masturbé con su calor Doc, Masturbé mi mente con imágenes muy claras.
Me gustan las camisas que usa Julian. Se ve muy bien, me gustan los botones y las líneas delgaditas, azules y rojas; se me verían bien. Camisas enormes que huelen a Julian. Me gustaría´también, tocar su barba más seguido; de pequeña lo hacía, en broma claro y él muy lindo me tenía sobre sus piernas, me hacía caballito cuando se lo pedía.
Doc, ¿Cree qué Julian aceptaría hacerlo de nuevo?, mis labios rozaban las bragas con estampados de las chicas superpoderosas. ¿Julian vería la serie conmigo?. Rozaban cada vez que saltaba. Me contenía, cogía su barba y su rostro con fuerza, con fuerza Doc!. Julian hacía mi clítoris feliz.

Complejo de Lolita
No hubo un hombre con deseo, sino una mujer con necesidad
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La taza azul, es poesía relatos, cartas, historias, y cositas que no me atrevo a decir fuera de la ducha o la almohada.
Cristal Alarcon Filinich
