
“La vida es una cadena de decisiones incomprensibles…”
La ciudad se dibuja a mis pies, cada vereda se presta para el siguiente paso. ¿Qué paso será el siguiente? ¿A dónde me llevará? Estas son las cuestiones que se tratan en la película de Miguel Barreda. Diez monólogos encadenados, nos muestran una pregunta elemental para cualquier ser humano:
“¿Qué habría pasado si hubiera…?” Ese siniestro si hubiera siempre pesará sobre nuestros hombros. En la cinta la pregunta está implícita; como si en cada decisión incomprensible se escondiera la posibilidad de redimir la cadena de infelicidades.
Sin embargo este no es el único acierto de Encadenados, la estructura de las historias se mantiene coherente y juega con lo cotidiano de una casualidad. Esas casualidades que nos distraen mientras caminamos, mientras intentamos no pensar en el tiempo y tenemos la cabeza llena de huevadas. Porque, al fin y al cabo, todo aquello que pensamos son huevadas; nuestras ideas más trascendentes se terminan apenas llegamos al banco o se pierden al cambiar la canción en el reproductor. Pero son las huevadas las que realmente importan, las que desencadenan vidas, historias.
Los personajes han sido bien trabajados, cada uno construido como un mundo que se asocia e interactúa con los demás. Quizá el problema haya estado en trabajar tal cantidad de personajes, diez para el caso, donde no todos llegan a una caracterización genial. Es decir, muchos de ellos son personajes memorables, pero algunos pueden ser fácilmente dejados de lado. La mayor parte de actores estuvo a la altura del proyecto y los que no, en ningún momento llegaron a entorpecer el ritmo de la película. En absoluto.
La ciudad de Arequipa ha sido utilizada como escenario para el filme, donde la fotografía pálida, a momentos fulminante, nos muestra las instancias críticas que atraviesan los personajes, las catarsis que llevan a cada uno a estas situaciones.
Sin embargo, para algunos espectadores podrían resultar molestas las escenas donde la luz llega a quemar la imagen, quizá en este sentido el fin no justifica los medios.
Por lo demás, la presencia de la ciudad blanca es latente y nos muestra que Arequipa es una ciudad fotogénica, aunque se pudiera pensar lo contrario. Las tomas inestables en casi toda la cinta insinúan la inestabilidad de los personajes, de la ciudad en la que viven, la ciudad que los observa en los peores momentos de sus vidas.
Miguel Barreda ha desarrollado una película inteligente, bien trabajada. Una historia donde las emociones están dosificadas. El problema de la diversidad de personajes es evidente, es un aspecto a trabajar. Fuera de ello tenemos una película que le hace bien al cine local y nacional. Una cinta realmente recomendable, conociendo a nuestra industria cinematográfica de mierda, inmediatamente recomendable (antes de que la saquen de cartelera). ¡Véanla! Son un par de horas que atrapan, cautivan y abstraen a cualquiera.
Encadenados a la pantalla
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