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Cuando llegaron los wayruros de Goyo Torres

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Periodista de profesión. Amante por diversión. Fundador de la revista digital Frase Corta. Su pasatiempo favorito: dejar pasar el tiempo. 

Cuando Goyo Torres tenía 11 años aproximadamente se juntaba por las tardes con su collera de amigos para tener reñidas batallas como todo niño de esa edad. En medio de pastizales, matorrales y chacras ellos se enfrentaban en una lucha sin cuartel. Había dos bandos: los de abajo eran los del distrito de Cayma y los de arriba de Cerro Colorado.

 

Goyo Torres estudiaba en la Escuela Normal de Varones 41022 de Cayma y tenía la consigna de defender su territorio. En su imaginación de niños ellos hacían que los carrizos sean afilados sables; los enhiestos sauces, briosos corceles; y las frutas podridas se convertían en certeros proyectiles.

 

Los niños imitaban a los soldados de ‘Combate’, una serie americana de televisión que salió al aire por los años 60s.

 

Y son justamente esas escenas de su niñez las que revive Goyo Torres en su libro: ‘Cuando llegaron los wayruros’.

“Cuando llegaron los wayruros” es un proyecto que nació hace 11 años atrás junto a la novela “Espejos de Humo” también de Goyo Torres. En estos dos textos el autor revive datos históricos y juega con la historia para dar una versión distinta a lo que dice la historia. Para ficcionalizar con la historia, para ironizar verdades establecidas. O como él mismo lo dijo en una oportunidad: “Juego con la historia e intento quitarle la máscara de seriedad”. Y eso se puede ver con claridad en el epígrafe de “Espejos de Humo”:

 

Arthur Miller incluyó en una obra teatral estrenada hace poco tiempo en Nueva York, un diálogo entre Dios y Lucifer. Este último le ofrece al Supremo Hacedor un programa a través del cual será posible cambiar el futuro del mundo, un porvenir devorado por la guerra. Y Dios responde: “No es posible cambiar el futuro; únicamente cambia el pasado”. A lo cual, sorprendido, Lucifer dice: “¿Cómo se puede cambiar el pasado?”. Nuevamente unas palabras divinas: “La gente no se acuerda de nada y basta con soltar algunos documentos”

(Jorge Basadre)

 

La primera versión del cuento “Cuando llegaron los wayruros” surgió en el 2004, pero Goyo Torres es cuidadoso con sus escritos y esta primera versión ha sido mejorada y mejorada y mejorada y en el 2010 llega a ser finalista en la XVI Bienal de Cuento Premio Copé Internacional 2010, que es el premio más importante en el Perú en cuento, poesía y novela. Pero el cuento estaba casi oculto por cinco años y es gracias a Carlos Rivera de Texao Editores que hoy sale nuevamente a la luz.

 

Goyo Torres empezó a publicar en el 2002 e inició con el pequeño libro de cuentos: “El amor después del amor” y hoy es sin duda uno de los narradores más importantes y reconocidos de Arequipa, al que todos deberíamos de leer y en especial leer el cuento “Cuando llegaron los Wayruros”. ¿Qué sucede finalmente con Elenita?, ¿cómo termina la invasión chilena? ¿Ganan los peruanos o los chilenos?

 

Alguna vez Willard Díaz dijo sobre Goyo Torres:

 

“Gregorio Torres Santillana prefiere llamarse Goyo Torres, simplemente, y con ese nombre lo conocen todos, sus alumnos de Literatura, sus amigos y ahora sus lectores. A pesar del gesto serio y hasta dominante con que aparece en las fotos que promocionan sus libros, es más bien buena gente, un profesor cumplido y un escritor sistemático”.

DATOS HISTÓRICOS

 

En este libro de 56 páginas, el autor revive pasajes históricos del siglo XIX, cuando las tropas chilenas tomaron por asalto la Región de Arequipa, específicamente el Valle de Vítor.

 

Pero estas historias no son las que uno encuentra en los textos de secundaria, ni mucho menos en los inmensos tomos que analizan con crudeza la guerra con Chile. No. Son historias que han sido recogidas por fuentes orales. Contadas de generación en general. A Goyo Torres le contó su abuela Pastora, y a ella le contó su madre, es decir, la bisabuela de Goyo Torres que vivió en carne propia esa feroz batalla.

 

“Cuando llegaron los wayruros” es un cuento, aunque algunos lo han catalogado como una pequeña novela infantil. Tiene 6 episodios y 1 colofón. Los personajes son justamente niños de 11 y 12 años. Niños que por momentos asumen el papel de los adultos, niños que también se enamoran.

 

“… Ahora no quedaba sino avanzar a territorio enemigo y hacerles morder el polvo de la derrota. Y yo deseaba que eso ocurriera cuanto antes porque valle abajo vivía Elenita. ¿Que quién era Elenita? Era la niña más hermosa que puedan imaginar. Tenía el cabello negro, y su rostro, el color de la miel; vestía siempre de celeste como los ángeles de la iglesia y olía a membrillo maduro con canela, canela fina. Ella era lo único que me interesaba como botín de guerra. Para ser sincero, mi adhesión al bando de los peruanos fue por ella. Mis compañeros codiciaban las propinas o los juguetes del adversario. En mi caso, solo pensaba en Elena y la cara que pondría cuando le dijera:

 

– Eres mi trofeo de guerra”.

 

¿Y cómo se desarrollaban esas guerras?

 

“El juego era simple: los de valle arriba asumíamos el papel de peruanos, y los de valle abajo el rol de chilenos. Al tiempo que arreábamos vacas, cabras y burros, nos enfrentábamos en una lucha sin cuartel. En nuestra imaginación, los carrizos eran afilados sables; los enhiestos sauces, briosos corceles. Las frutas podridas y bolitas de wayruros eran infaltables proyectiles. Una vez pertrechadas ambas tropas, nos emplazábamos frente a frente y los mandos motivaban a sus soldados con arengas de colección, memorizadas en libros de caballería:

 

– ¡Valientes caballeros, caballeros valientes: vuestras armas escribirán la historia con la sangre del enemigo! – gritaba Manolo, fingiendo una voz varonil.

– ¡Soldados – replicaba el Pirata-, el enemigo podrá matar el cuerpo, podrá quitarnos la vida, pero jamás nuestros sueños de triunfo!"

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